Alberto Moravia: Prepotente a la fuerza

 


   La literatura ha dado unos cuantos genios -o unos cuantos genios han dado con la literatura-, pero me parece innegable que la mayor parte de ellos tienen una época y en ella se quedan: para leerlos has de ingresar mentalmente en ella, pues de lo contrario no empatizas con los personajes y no calan en ti las historias. Uno de los pocos genios que no se quedaron parados en una época concreta, detenidos como en una foto fijadora, es Alberto Moravia. El relato Prepotente a la fuerza vale para su época y para todas, ya que siempre habrá valientes y cobardes y valientes a la fuerza, esas personas que también existen y de las que se habla menos.  De manera algo ligera -no falta humor, no faltan frases que agilizan y restan dramatismo a lo contado- pero en modo alguno aligerada Moravia narra en primera persona la pequeña historia de un hombre que una vez fue valiente a los ojos de los demás al soltar una cuchillada y que desde entonces no puede dejar de ser un hombre con un cuchillo. Los amigos esperan que lo utilice de nuevo, que lo acerque al cuerpo de quien no le obedezca, que se imponga con él en la mano. Magistralmente, Moravia le cede la palabra al personaje y redondea un relato excelente, de apenas ocho páginas, que en su brevedad ejemplar dice tanto y tan valioso que uno está obligado a escribir aquí que ya hubo maestros antes que Carver y otros admirados cuentistas estadounidenses, que Moravia es mejor en muchos aspectos y su influencia no desaparecerá nunca porque, como muy pocos, hace crónica de unas gentes y un tiempo trascendiendo y humanizando con una fuerza imbatible.