Mario Benedetti: Sábado de gloria

 


   Su mujer está enferma, muy enferma, y mientras él la observa, en el hospital, recurre para que las horas sean más leves a juegos de superstición: vivirá si el número de baldosas es impar, vivirá si antes de contar diez el reloj suena. Y cuando agota esos juegos, y con la desesperación en aumento, piensa si debe rezar, él, que no cree en Dios, sino que tan solo tiene la esperanza de que Dios exista. Y aguarda para conmover a Dios con su honradez, y luego reza dura, desesperadamente. Así transcurre la tarde de un hombre al lado de su mujer enferma, gravemente enferma. Y después la noche. 
   La sencillez del relato, la perfecta estructura, el perfecto encadenamiento de lo que ocurre y de lo que piensa el narrador, el nacimiento de sus pensamientos mediante asociaciones con hechos recientes y otros del pasado, la limpieza con que se muestra el padecimiento, la manera de no incurrir en el tremendismo ni en lo innoble del sentimentalismo chabacano llevan al lector a sentirse involucrado, cómplice, y a tener la sensación de que asiste a un momento importante, crucial y renovado, logros literarios que solo están al alcance de los autores verdaderamente inmortales. 


                                                                                               Ilustración: Toni Vila