Mario Benedetti: El presupuesto

 


   En una oficina que sobrevive con un presupuesto estatal, los empleados tienen muy claro que han de gastar solo lo imprescindible, que no pueden endeudarse en exceso, no pueden comprar a plazos demasiadas cosas porque sus ingresos son muy limitados. Cuando les llega el rumor de que acaso haya pronto un nuevo presupuesto, y con eso un aumento del sueldo de los empleados, uno de ellos, el narrador, dice que de repente descubre que tiene la necesidad de comprarse una lapicera.  Lo ha sabido así, de golpe, nada más enterarse de que se avecina una subida de sueldo. Ah, el capitalismo, las ilusiones del empleado, los sueños plasmados en cómodos plazos: nadie como Benedetti habló del hombre medio, del que es como tú y como yo, al otro lado de esta pantalla. Nadie lo hizo con tanta sencillez, con tanta literatura de la buena como única arma a esgrimir, con tanta verdad aplastante, logro que es el más difícil en ocasiones en un buen relato, pues pocos saben observar con una mirada limpia y fiable, despojada de presunción y de egocentrismo, empática y bienintencionada, aunque el tema no se preste a celebraciones, sino al análisis inaplazable y a la crítica inmediata y saludable.