Joseph Roth: La marcha Radetzky: Primer capítulo




   Es sencillamente exquisito este primer capítulo, una obra maestra de la concisión, el buen gusto narrativo, la adjetivación iluminadora y el manejo del paso del tiempo: se cuenta tanto y tan bien que uno recuerda al mejor Baroja y el tono de las mejores fabulas, las que cuentan y educan y sirven de meditación y de crítica a la vez de lo visto y sabido. No falta un elegantísimo sentido del humor que Roth deja caer en finas y delicadas gotas que le dan un toque aún más perfecto a estas gloriosas páginas. Destaco sobre todo el pasaje del retrato, cuando el barón se mira y parece reconocerse por primera vez a sí mismo tras muchos años, y se pregunta si su acentuada vejez siempre fue así, siempre fue así. 
    Rescatar a Roth es rescatarnos a nosotros mismos como lectores.