Antón Chéjov: El beso

 


   Relato impregnado de una cruel melancolía, El beso es un retrato cabal del tímido y soñador hombre que aún no ha tenido cerca a una mujer de la que enamorarse. No sentir que puja fuerte en nosotros el amor, no poder recordar que en otros ojos hay una luz que solo a nosotros nos está destinada es algo duro e injusto, invita a imaginar, a ser un poco tonto cuando se está a solas y muy ingenuo cuando la soledad aprieta. El soldado que, por un error, recibe un beso y desea que su vida cambie, tiene una ambición alcanzable, una aspiración nueva y cercana, y Chéjov acoge su zozobra y nos cuenta con su equilibrado estilo y nos da una lección que no es nueva pero sí tiene el punto justo de sabor amargo que empuja al recuerdo personal, a la remembranza tranquila, a la valoración de los efectos del tiempo en nuestra memoria y en muestra vida. Un beso es una puerta que se abre a un mundo inmenso, apasionante, a mucho de lo mejor que puede ofrecernos nuestro paso por la conocida senda de tristeza y desengaño que es la existencia mortal, y el autor ruso siembra y abona y espera a ver qué fruto habrá cuando el reencuentro sea posible. ¿Alguien espera un final feliz?