Juan Eduardo Zúñiga: Noviembre, la madre, 1936

 


   Este excepcional relato pertenece al libro Largo noviembre de Madrid, sin duda uno de los más importantes del pasado siglo en lengua castellana. Con su prosa de estilo sostenido y fluvial, hipnótico y riquísimo en tropos, Zúñiga recogió en este libro muchos recuerdos de la guerra civil y muchas imágenes que, mediante historias y personajes imborrables, dieron como resultado una obra de altísima calidad, referencial, que sigue pareciéndome en la relectura actual que realizo poderosamente adictiva y sincera, capaz de la emoción y la idea en un mismo plano, como pocas veces se ha visto. El relato a que me refiero se sustenta en una imagen universal y muy particular también de la madre, de una madre atenta al sufrimiento ajeno incluso en en el lecho de muerte, de una madre auspiciadora de lo mejor en los hijos, de una madre inmortal que es una madre y una ciudad y no puede ser destruida ni aunque desaparezcan los recuerdos. Una madre mítica y luchadora, sagaz y mejor preparada para la adversidad de lo que podía preverse viéndola hogareña y callada, luchadora solamente en el espacio privado e íntimo. Vienen las ruinas, viene el reparto de lo que queda, pero la verdad no terminará nunca, parece decir Zúñiga, aunque se silencie, se emborrone o se la arroje al mar fecundo de la mentira y el olvido.