
Vemos el conjunto y entendemos que Marías ha meditado a lo largo de muchas páginas acerca del miedo, de la delación, de la violencia, el asesinato, la mentira y la manipulación. Deza, en el grupo secreto e innominado en el que trabaja, perteneciente al servicio secreto británico, en las conversaciones con un viejo amigo inglés que estuvo en ese grupo, en las conversaciones con su padre se acerca a verdades profundas de la experiencia humana -algunas surgidas en tiempo de guerra, otras en la falsa paz- y luego pasa de espectador -u oyente- a actuante. Y nos arrastra a los lectores con él, nos implica con su narración en primera persona, trufada de meditaciones literarias -el pensamiento literario que defiende Marías, único que permite la contradicción y la exposición sin la lógica conclusión final, sin explicación certera ni obligada jerarquía de valores, que dice y afirma y niega sin romper, sin destrozar, y que suma gracias a la coherencia interna y a la sinceridad fundamental con que se encara este tipo de ficción escasa- absolutamente impagables en un tiempo de narraciones escuetas, efectistas, parientes pobres o afortunadas - las menos -del cuento o relato cinematográfico. Abarca mucho el autor con esta novela y sale con bien del empeño porque sabe esquivar lo que derivaría a la novela hacia el ensayo o la disquisición, porque en las pocas escenas que integran los tres volúmenes no estira ninguna acción ni usa superfluidades y, aunque no es parco en palabras, jamás da vueltas sobre algo que podría a la postre parecer nada. Por eso, creo que la grandeza de este texto permite apostar por un tipo de narrativa que, con menos escenas y más conjuntadas, mediante una narración con una perspectiva limitada, subjetiva (que aparque al narrador omnisciente, cada vez menos creíble y menos asumible, me parece, en un mundo en el que todo es amplio, plural, extenso, difícilmente abarcable en una sola mirada), a veces cuasiconfesional, sin tremendismos ni sujeta a encargo ni tasaciones premísticas, sin impostadas exigencias, sustentada en autores con preocupaciones variadas y sin ataduras políticas ni de ningún tipo, que se deben ante todo a su verdad y no desprecian la inteligencia de ningún lector, puede acertar a contar qué somos aquí y ahora.