Mario Benedetti: Familia Iriarte




   Puede parecer una exageración, solo un juego este relato, pero no lo es. Y lo comprenderán mejor los que trabajan, como el narrador, en una oficina y atienden al teléfono y escuchan voces variadas, alguna de ellas maravillosa y procuradora de un pensamiento encendido, un deseo profundo y un sueño acaso imposible. El protagonista se enamora de una voz femenina que llama de vez en cuando. Ha construido para esa voz una personalidad, un cuerpo, unos rasgos inconfundibles e inolvidables, tan reales como real para este hombre es su propia existencia. Y no es exagerado, digo, porque ha habido enamoramientos que han partido de escuchar de una voz, de una fascinación por una voz, de un reconocimiento y de una intimidad al escuchar una voz. Benedetti plantea un juego, narra con una adjetivación de maestro y nos lleva a un final muy de cuento, algo cortazariano, que nos recuerda que la imaginación lo es todo en las relaciones de pareja.