Jack London: El sheriff de Kona




   En una conversación, el amigo de un poderoso hombre que fue sheriff y nunca padeció ni un pequeño dolor de cabeza cuenta cómo a su querido y admirado compañero le atacó la lepra y cómo lo supo y cómo tuvo que encajarlo en una época en la que a los leprosos los desterraban a una tierra apartada y maldita, habitada solo por los que padecían esa cruel enfermedad. London añade algunos elementos de aventura y de acción al relato, pero sobre todo prima en él un aliento poético y un aire imbatible de camaradería que ya no es fácil encontrar en la literatura actual, en la sociedad actual. Hablando del viento, del aliento del mar, London escribe algunas páginas de gran vitalidad y esmerada poesía auténtica que destacan y lanzan al fondo de nuestra memoria un ancla efectiva, sencilla, hecha con verdad y con una sobriedad expresiva sobresaliente. Configura con la historia y con bellas imágenes un cuento triste y sólido, un canto a lo que vive y a lo que se escapa sin remedio en el que no se decanta hacia la amargura, sino una vez más hacia la constatación feliz de que se ha vivido y se sigue viviendo mientras algo late más allá de nuestro pulso.