Jack London :Ley de vida

   


   
Como es ley de vida morir, el viejo jefe indio abandonado junto a una débil hoguera no teme a la muerte y medita sobre los días pasados, los mejores y los peores, sabiendo que de nada vale enfrentarse a lo que la naturaleza manda y exige. Recuerda a un alce cazado por los lobos, a las jóvenes mujeres de la tribu que servían solo para la tarea de ser madres y perpetuar la especie, los días de mucha hambre y los días de mucha abundancia, cuando hasta los perros se volvían perezosos. Con cada rama que consume el fuego se van los minutos de su existencia cumplida, pero el viejo jefe de la tribu que se ha ido dejándolo atrás no le teme a nada, no teme a la muerte porque la muerte solo forma parte de una ley que hay que cumplir. 
   Con una genuina poesía vital y con pocos elementos pero muy bien elegidos para que se conviertan en detalles muy realistas y en imágenes muy simbólicas, con marchamo de mito, a la vez Jack London nos acerca a la mentalidad del indio que poblaba los parajes inhóspitos de su país, nos conmueve con su visión de la entrega a lo inexorable y nos dice que para el indio viejo no importa lo individual, sino lo colectivo: la tribu. Tocado por la gracia de los mejores escritores, de los esencialistas y entregados a una labor en la que priman la crónica y la verdad, también en este relato alcanza las más elevadas cotas de calidad y de utilidad, visto esto si lo queremos desde un punto filosófico y existencial, terrenos en los que no siempre es reconocido, erróneamente, como un maestro el gran narrador Jack London, algo más, mucho más, muchísimo más que un narrador para el gusto juvenil.