Antonio Rabinad: La monja libertaria (Libertarias)

   



   La monja libertaria (Libertarias) es la novela de un autor al que pronto se ha olvidado, aunque tiene en su haber un libro al que convendría volver: Memento Mori. Mala suerte ha tenido Rabinad, que no perteneció a ningún grupo literario (o al que no quisieron incluir en ninguno, aunque poco costaba) y era ácrata, lo cual tampoco se ve que hace ganar muchas simpatías en un mundo apegado a la desmemoria y al bando victorioso. Como buen amante de la mejor literatura, en La monja libertaria recurre Rabinad a varias técnicas, enfoques y perspectivas para contar con mucho humor y mucha ideología la historia de una monja a la que liberan de la religión y sobrevive entre milicianas libertarias en la guerra civil española. No trata Rabinad de hacer una obra canónica y un cierto tono ligero y el esperpento son las armas más y mejor utilizadas a lo largo del texto, acaso porque sabía que solo con ironía y desacralización podía narrarse esta historia imposible, pero muy efectiva y muy bien urdida, con personajes vistos un poco a vuelapluma y centrada en las peripecias íntimas y menos íntimas de la monja con un fusil a la espalda.
Que la novela se abra y se cierre con citas de Bakunin que se contestan y se continúan es una declaración de intenciones evidente para que nadie se llame a engaño. Rabinad apoya su mensaje en la farsa, apela a logros mayores de nuestra gran literatura clásica y remueve y le da vuelta al paisaje y al paisanaje como todo buen anarquista que se precie. Nunca olvida que tiene una novela entre manos y que nadie espere un tono panfletario ni arrogante ni discurseador: aquí toman voz los personajes más inesperados, el humor lo embarga todo, es la pólvora que se dispara entre líneas. 
   No diré que La monja libertaria es una gran novela, aunque encierra fragmentos de precisa sensibilidad y se asienta en una creatividad encomiable, pero no es menos que una obra distinta y atrevida, un caso raro, lúdico y nada vano al que espero que, como a su creador, no se le echen más paletadas de injusto olvido encima.