Perfilados bien por un fondo de paredes celestes o de cielo alto, dos
compadritos envainados en seria ropa negra bailan sobre zapatos de mujer
un baile gravísimo, que es el de los cuchillos parejos, hasta que de
una oreja salta un clavel porque el cuchillo ha entrado en un hombre,
que cierra con su muerte horizontal el baile sin música.