Ana María Matute: Los soldados lloran de noche (fragmento)





Últimamente mamá no domina el temblor de sus labios. Me horroriza su boca seca, debajo del color del rouge, se cuentan los surcos alrededor de sus ojos, y, sin embargo, es hermosa, finge tener la boca más pequeña, casi en forma de corazón. Me parece feo. Prefiero su boca sin pintar en la playa, parece otra mujer. Cuando queda olvidada en la arena, quizá sin pensar en nada, con los ojos cerrados, debajo del sol. No es que entonces parezca más joven, pero en su cuerpo tendido, cansado, hay una dulzura que la abandona en cuanto se levanta, se viste, se pinta. A veces, la alegría la envejece.