"Dos soldados", de William Faulkner

Sin duda, uno de los relatos que más me han gustado de cuantos he leído. Aparece en el libro "Cuentos reunidos", de William Faulkner, editado por Alfaguara. Cuenta un chico que su hermano decide alistarse para luchar en la segunda guerra mundial y que él, con ocho años y diez meses, decide seguirlo y alistarse también, pues si no sirve para batallar, sí servirá para llevarles a los soldados leña y agua con que hacer la comida, allá donde vayan, porque comer, dice, tendrán que comer, ¿no? El tono de la narración es tan perfecto que uno se siente de nuevo niño y se emociona con el chaval cuando el chaval llora, al final, porque no consigue su objetivo. Faulkner utiliza un tono distendido, de inmejorable humor, transparente y con magníficos recursos de la lengua hablada para hacerlo más creíble, más próximo, cercano a la fábula pero a la vez a lo real y vivido, de tal manera que el lector tiene la sensación de que se le está contando algo que le ocurrió a alguien que existió y que le llega mediante palabras y merced a un libro que tiene en las manos pero no por eso es menos cierto, pues parece que la historia acaba de ocurrir, que se la cuentan tan sólo unas horas después de haber acontecido. En relatos como éste, verdaderamente inmortales, vemos la grandeza de Faulkner y también su versatilidad. Para muchos sólo es un autor de obras complejas, dotado de un gran estilo que empequeñece todo lo que toca, todo lo que cuenta, ya que las historias quedan reducidas al lado de una prosa tan magnífica, tan exuberante; lo que viene a desmentir este relato memorable y tan apto para ser contado en voz alta, en una reunión en casa, en una pausa en el trabajo, para ser recordado por la noche, antes de entregarnos al sueño. Con suma sencillez, Faulkner narra una historia emotiva, extraordinariamente literaria, bien medida y fácilmente accesible que es perfecta para que recuperen muchos lectores la empatía perdida, extraviada o adormecida.