Diamela Eltit: Fuerzas especiales


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   En Fuerzas especiales, última novela de su autora, la protagonista es una joven de un barrio marginal que se prostituye en un cibercafé, en medio de una vida llena de desgracias familiares. «Voy al cíber a buscar en las pantallas mi comida. Todos se comen. Me comen a mí también.» El telón de fondo es un grupo de bloques sitiado por las fuerzas especiales de la policía. Pero, en un juego de palabras triste y a la vez desafiante, las «fuerzas especiales» del título son también las que se necesitan para resistir, para sobrevivir cuando se vive en los márgenes de la sociedad bajo tantas formas de represión y control.
La violencia y las marcas que deja en el cuerpo (también en el «cuerpo social») son habituales en las novelas de Eltit, quien construye este desasosegante texto sobre todo tipo de materiales de derribo: la brutalidad, los frustrados deseos familiares, las enfermedades, los asedios de la policía (cuya presencia es constante y hace vivir amedrentados a todos los habitantes). También es habitual en sus novelas una forma de lo obsceno que va más allá de su acepción sexual y se encarna, nunca mejor dicho, en lo horrible, en lo temible, en lo que se debe evitar o esconder. En este libro triste y oscuro, pero necesario, donde las voces populares construyen el relato de un modo casi bíblico, se castiga como en la realidad y como (precisamente) en el Antiguo Testamento: con total dureza.
Pero a pesar de que los desheredados de la tierra siempre lo serán, tratan también de sobrevivir dignamente (y de un modo muchas veces emocionante) en medio de un mundo con armas cada vez más sofisticadas, con nuevas formas de matar. Conviven entre sí, se sobreponen a su destino, nunca son indiferentes. Es más, según avanza la novela, la inteligencia y la lucidez de la protagonista nos hacen albergar alguna esperanza.

    «Diamela Eltit ha resistido, con éxito, las obligaciones del mercado, haciendo de la lectura una labor crítica del lenguaje, y del libro un instrumento conspirativo contra el orden dominante. Sus libros convierten la lectura en una sediciosa labor clandestina, de vocación anarquista, radicalidad estética y despojado estilo.» Julio Ortega


   Edita: Periférica