Relato simbólico, apasionado y luminoso pese a que hay tres muertes en él: la de una señora que cree que podría haber esquivado su momento final, la de un cochero que regala sus botas antes de morir y la de un árbol que sirve con su caída para hacer una cruz que alguien pondrá sobre una tumba desnuda. El Tolstói cristiano mira hacia arriba aunque cuenta cosas de aquí abajo y confía en que tras cada muerte habrá una nueva luz, una nueva vida, y con su prosa magistralmente descriptiva y atenta al detalle clarificador nos regala otro relato optimista, esperanzador, algo ingenuo pero vivificante incluso para el lector que cree que no habrá nada más allá.
