Mario Benedetti: Corazonada

 


   El humor no falta en los relatos de Benedetti, y sirve para hacer más creíbles a los personajes y las voces narradoras que cuentan con un motivo, porque tienen alguien a quien dirigirse y le hablan de manera realista, cercana y con ese punto necesario de complicidad que invita a explayarse con un humor que es como coger de la mano, como tocar el hombro del oyente, como acercarle una sonrisa mientras se efectúa una pausa en la historia. Cuántas veces se topa uno con relatos y novelas que son pura palabra, palabra nacida de palabra leída anteriormente, palabra sobre palabra y palabra muerta porque el destinatario no parece posible, porque el narrador da la sensación de que cuenta desde el aire, desde el vacío o desde la nada aunque se valga de la primera persona: cuántas voces hay que casi obligan a cerrar el libro porque no entiendes a quién le hablan, porque no saben dirigirse al probable oyente, porque no han pulido lo suficiente el tono coloquial o no han justificado que se cuente su historia a nadie. 
   La variedad de voces, de registros y diríamos que hasta de tonos presentes en los relatos de Benedetti revelan el hacer de un grande. En esta historia de la criada que busca pegar el braguetazo uno siente que la sonrisa se le instala en la boca suavemente desde las primeras líneas y que no le abandona hasta el final porque quien cuenta convence y te coge con ternura y con ironía de la mano y te enseña que sus actos tienen éxito gracias al desparpajo y a la claridad de ideas y también a la base de socarronería y salero con que se mueve por el mundo una persona desfavorecida y arribista que, como a algunos personajes de Balzac, no la vence ningún desaliento en tanto no se sale del objetivo fijado en el ascenso medido y rigurosamente planeado en la escala social y va ascendiendo peldaños con seguridad y con la mente fría, igualándose a los que la esperan arriba, mutando en lo que la asentará donde la risa será siempre confiada y victoriosa. Y, afortunadamente, se nos cuenta la historia sin perder nunca el tono jocoso, juguetón y divertido, ya que la concepción de la vida de esta criada no es trágica, sino alegre y animosa, y por eso con palabras sueltas y lúdicas nos hace llegar su confesión sin arrepentimiento, su victoria celebrada y embriagadora que no deja en ningún momento de ser un disfrute ágil y sonoro como una buena y satisfecha carcajada tras un trabajo acabado, bien resuelto.