James Meek: Por amor al pueblo (fragmento sobre la guerra)

 




   A eso del mediodía llegamos a la línea de artillería. No habían comenzado a disparar, pero estaban preparándose. El camino pasaba cerca de una batería, como dos docenas de obuses. Cientos de hombres pululaban por allí con un brío y una determinación que no había visto yo nunca en el cuidado de una máquina... 

   recuerdo que pensé que los hombres parecía que estaban sirviendo a las máquinas, como si las armas fuesen sus amos y los soldados sus siervos. Me vino a la memoria aquella película que vimos sobre Luis XIV, el Rey Sol, ¿te acuerdas? Aquel actor gordo y corpulento se limitaba a quedarse sentado, bostezando, mientras docenas de criados se afanaban en vestirlo, bañarlo y empolvarlo. Y el rey hacía como que no estaban allí, tal era la magnitud de su poder. Esas máquinas de guerra, esos horribles tubos negros con sus ruedas y sus pistones y sus palancas, eran los amos de los soldados.