Berta Isla es la novela de
un maestro de la literatura, de un virtuoso de la prosa que se sabe dueño de un
estilo y de una manera de decir y que con gran comodidad nos plantea una historia
de intriga que en manos de un autor menos capaz habría devenido novela de
entretenimiento y solaz únicamente, pues a esto se presta el contar con un
agente secreto y un asesinato en la primera parte del libro, donde se fragua lo
que vendrá después y ha de prender en la imaginación de un lector que a continuación asistirá
satisfecho a los avatares de los personajes metidos en algo muy parecido a una
obra de teatro, con abundantes y largos diálogos que convocan temas como el
doblez, la obligación y el secreto, el compromiso con la patria y con el amor,
el paso del tiempo que no es de uno sino de quien lo maneja desde su esfera de
poder y decisión inapelable. Pero, con ser la novela de un maestro de la
literatura, no es esta una gran novela de Javier Marías, ya que hay demasiada
síntesis en ella, demasiada contención aventuraría a decir, como si la mente
creadora hubiera controlado en exceso el esfuerzo y hubiera domesticado demasiado
a los personajes y las acciones que podrían haber llevado a cabo para reducirlas
a un enseñar y ocultar que es juego con sentido pero es también juego de sabio
que ha puesto excesivos límites y ha estructurado y dedicado mucho a pensar en el
andamiaje y menos en el contenido de lo que hay tras el ladrillo y las hermosas
ventanas. Decir que no es una gran novela de Javier Marías, eso sí, no quiere decir
que no sea Berta Isla una gran novela si se la observa desde fuera del
autor: en el panorama actual, menos de sobresaliente no me parece esta novela,
pero en el conjunto de la obra de Marías la veo como una especie de remanso, un
tomar fuerza antes de ir hacia un objetivo más grande, más abierto y
arriesgado. No es palabra repetida, música ya escuchada, algo a lo que estoy seguro
que no se prestaría jamás Marías, un creador casi único en las letras actuales,
pero sí es canto a media voz, canto calmado, y lo mejor del escritor madrileño
siempre aparece cuando el empeño es mayor y muy desafiante, porque ante el reto
enorme nunca regresa sino con un triunfo mayor e irrebatible, como prueba sobre
todo Tu rostro mañana, una de las mejores novelas del presente siglo,
una de las mejores novelas que he leído y una de las que más admiro.