Mike McQuay: Memorias

    




   Cuando se duda tanto acerca de qué es la consciencia y algunos científicos empiezan a creer que no es local resulta oportuno leer esta novela que nos habla de cómo tres personas se mueven por las mentes de otras individuos yendo adelante y atrás en el tiempo. Gracias a una droga, una mujer consigue ingresar en las mentes de otros y ver qué hacen, qué piensan, qué anhelan. Administra esa droga experimentalmente a un paciente y este encuentra a un anfitrión al que no quiere dejar bajo ningún concepto: Napoleón. Horrorizada por los daños que se le pueden hacer al tiempo y a la historia busca ayuda y la consigue en un hombre del siglo XX, que ya nunca se separará de ella y que intentará ayudarla, valiéndose de su profesión de psiquiatra, para que el ahora dueño de la vida y hechos de Napoléon lo abandone y vuelve a su cuerpo y a su tiempo. Con estos mimbres Mike McQuay pare una historia eminentemente psicológica y filosófica, que nunca se separa ni un ápice de lo narrativo, y consiguió un pequeño hito que no es muy celebrado pero que tiene una fuerza imbatible pues su autor dio con esta su mejor obra y puso mucho de lo que era, sentía y quería; y lo hizo con fervor y también con mucha verdad. La emoción es lo que cuenta, concluye el protagonista,  lo decisivo es el momento actual, concluye tras visitar todas las épocas del pasado, tras conocer a todos los hombres y mujeres relevantes, y el amor es lo que da sentido a todo. Nada que pueda parecernos revolucionario, pero no importa, porque McQuay era un buen escritor y su Napoleón es muy creíble con un viajero temporal dentro, que conversa con el anfitrión y se hace uno con él; el psiquiatra dialoga incluso con Freud y sobrevive a todos sus errores, que son muchos, y aprende y rectifica comprendiendo el valor de ciertos dolores; y la creadora de la droga sale de las cavernas y entiende que ser humano es equivocarse y mancharse. Y eso podemos verlo y seguirlo porque la historia nunca se para y nunca se enreda ni, pese a lo que parezca, intenta ser trascendente por la fuerza, lo que la volvería pesada e inane. Memorias es una novela que hace mucho con poco, que sorprende porque donde podría volverse ridícula se vuelve profunda sin sobrepeso, donde podría volverse fábula se hace sólida y con elementos muy palpables, y sobre todo muy personal, logro de una vida dedicada a la escritura que cuaja en una creación en la que la fiesta mayor es la imaginación y el sentimiento nunca falsos. Ojalá haya pronto una reedición.