Fundido en negro. Antología de relatos del mejor calibre criminal femenino (Ed. Inmaculada Pertusa)




   Fundido en negro: antología de relatos del mejor calibre criminal femenino reúne por primera vez a las heroínas más representativas de la novela criminal femenina española contemporánea. A través de los nueve relatos que componen esta antología, los aficionados a lo negro criminal tendrán la oportunidad de seguirles la pista a las detectives y subinspectoras de las series criminales más populares en España. Creadas por algunas de las mejores escritoras del género negro español (Maria Antònia Oliver, Alicia Giménez Bartlett, Rosa Ribas, Isabel Franc, Susana Hernández, Cristina Fallarás, Clara Asunción García, Berna González Harbour y Carolina Solé), las investigadoras que dirigen y resuelven cada uno de los casos de Fundido en negro se presentan ante nosotros sin lugar a dudas con el mismo calibre de astucia investigativa y policial que exhiben en sus series.


     Edita: Editorial Alrevés

José Manuel Caballero Bonald: Toda la noche oyeron pasar pájaros

   




   Sin ninguna duda se trata de la novela mejor escrita que he leído, tanto por la sugestiva precisión de su prosa como por el armónico ritmo de las construcción de las frases y de los párrafos, logros que no necesariamente remiten a la poesía porque su autor sea también poeta, sino a un hondo disfrute en la creatividad y el ensamblaje de la materia con que se hacen las mejores narraciones: un lenguaje propio y amado, del que se vale su usador con sabiduría exquisita y con el cuidado de quien sabe que tiene entre manos algo muy valioso. Jamás he releído tanto mientras leía un libro, jamás me he quedado antes tan enganchado a una frase, a un párrafo, a un adjetivo. Nunca he visto tantos adjetivos tan bien amigados al sustantivo, tan inesperados y tan refulgentes, hasta el punto de ser la novela una soberbia lección sobre cómo ha de escribirse cuando se siente pasión por los adjetivos, la sal de la prosa, la savia de la prosa, la luz de la prosa si están tan bien elegidos y surgen de una mente poderosa y lúcida como la de Caballero Bonald. Nunca tanta prosa con tantos adjetivos tan doctamente utilizados he visto en una novela antes ni después de Toda la noche oyeron pasar pájaros.

   Pero, por supuesto, no es eso todo lo que encontrará el lector al abrir el libro: no sólo de prosa vive una novela, por muy genial que sea la mano creadora, pues la novela exige una trama, personajes, y nada de eso le falta a Toda la noche oyeron pasar pájaros, narración sobre una larga época crepuscular española que nos cuenta la vida íntima, más que nada, de un grupo de personajes que habitan  en el sur de nuestro país entre calores y deseos, entre consignas y mandatos, entre silencios y secretos propios de un tiempo en el que la jerarquía era el fundamento de cualquier relación. No evita crudezas Caballero Bonald -un suicidio contado sin cortapisas, algunas relaciones carnales nada convencionales-, porque habría sido como acudir a la impostura, y une lo menos grato a lo más misterioso -los pájaros que están oyéndose a lo largo de toda la novela, la peripecia marinera de un comodoro- con la sencillez de quien nunca falsea, de quien parece testigo y cuenta sin pararse a pensar en el efecto de lo que ve y dice, llevado por el impulso mayor e insobornable de ser fiel a la verdad puesta ante sus ojos y atesorada en la memoria. Y desembocamos en la otra magistral lección de Toda la noche oyeron pasar pájaros: el uso extraordinario de la elipsis, que hace avanzar la narración sin más explicaciones que las necesarias y nos lleva de un personaje a otro sin darle protagonismo especial a ninguno y sin que se resienta la atención del remunerado lector de este gran libro, antítesis del que casi siempre anda empeñado en empatizar con un solo personaje, rehén de un solo punto de vista. Para que esta novela mantuviera el aliento de crónica no podía ser de otra manera. 



   Novela mayor de nuestras letras, comprometida y vigorosa, antimaniquea, huidora de lo fácil y lo encorsetado, iluminadora y libre, develadora y rotundamente sincera, barroca y hechizante, manual para el narrador novel, volumen a recomendar a todo aquel que ama la palabra y la belleza eficiente de la más alta prosa narrativa, tengo a Toda la noche oyeron pasar pájaros por la novela que más me ha inspirado como escritor y por la que más he disfrutado a lo largo de mi intensa vida como lector, por una novela de citas infaltables para inagotables reencuentros, por mi novela predilecta. 

Léo Malet: Calle de la Estación, 120

  

Ambientada en la Francia de la segunda guerra mundial, Calle de la Estación, 120 es la primera novela de Léo Malet en la que aparece el detective Nestor Burma como protagonista. Bob Colomer, ayudante de Burma, es asesinado en la estación de Lyon justo cuando acababa de reencontrarse con su jefe, recién llegado a Francia del campo de prisioneros alemán en el que había estado internado. Antes de morir, Colomer logra susurrarle una dirección: «Calle de la Estación, 120», la misma que Burma había escuchado en el hospital militar de un prisionero agonizante. A partir de ahí arranca una investigación en la que el detective tendrá que indagar en episodios de su pasado que ya creía enterrados y que le llevará de la Francia de Vichy al París ocupado por los nazis.

 Publicada por primera vez en 1942, Calle de la Estación, 120 es una apasionante novela negra pero también una descripción de la vida cotidiana en Francia durante la segunda guerra mundial, en la que el racionamiento, la división del territorio y las restricciones impuestas por los nazis son el escenario para la presentación de uno de los personajes míticos de la novela policíaca francesa: el detective Nestor Burma.


Émile Zola: La confesión de Claude




De marcado carácter autobiográfico y primera novela que escribió el gran escritor francés y maestro del naturalismo Émile Zola, La confesión de Claude narra bajo forma diarística la siguiente historia: llegado a París de provincias, el joven Claude anota en un diario sus impresiones y sentimientos, una vida muy distinta a la que había imaginado en los paseos con sus amigos en la Provenza de su infancia. A ellos les escribe para dar cuenta de su desamparo ante el frío, el hambre y la falta de alguien con quien compartir su existencia miserable. Una noche, Claude conoce a Laurence, muchacha salida del arroyo que vive la bohemia parisina. Al poco, decide darle cobijo y, en su fuero interno, se propone amarla y redimirla. Sin embargo, la presencia de una vieja alcahueta y de Jacques, amigo y vecino de Claude, podría complicar las cosas…
Novela aún romántica por su forma y estilo, La confesión de Claude es un certero estudio sobre los celos, el pecado, la redención y el amor imposible. Su publicación levantó un gran revuelo en Francia, si bien la censura, tras minuciosas pesquisas, decidió al final no prohibirla, con lo que fue el primer paso de Zola en el campo de la novela y toda una declaración de intenciones de una nueva ética y estética que quería describir la realidad tal como era y no tal como la había idealizado el romanticismo: el naturalismo.

   «Dudé largamente antes de entregar al público las siguientes páginas. Dudaba de mi derecho a mostrar un cuerpo y un corazón en completa desnudez y me interrogaba sobre si me sería permitido divulgar el secreto de una confesión…


Émile Zola, considerado uno de los padres del naturalismo, nació en París en 1840. Transcurrió su infancia en Aix-en-Provence, donde fue compañero de estudios de Paul Cézanne. En 1858 regresó a París y, tras no aprobar los exámenes de bachillerato, consiguió empleo en las aduanas y, después, en la editorial Hachette. Este último trabajo le permitió entrar en contacto con el mundo artístico de la capital y descubrir su vocación literaria. En 1864, publicó su primer libro, Cuentos para Ninon,y, el año siguiente, la novela autobiográfica La confesión de Claude. A partir de entonces, se dedicó exclusivamente a la escritura y paulatinamente fue alejándose del romanticismo y acercándose a la filosofía positivista y al realismo. Con Teresa Raquin(1867) se consagró ante el gran público, y, entre 1870 y 1893, ideó y escribió Los Rougon-Macquart, un ambicioso proyecto compuesto por veinte novelas de carácter naturalista (entre las cuales Naná y Germinal) en que relató la historia de varias generaciones de una familia bajo el Segundo Imperio.
Entre su obra ensayística destacan La novela experimental (1880), que fue el más importante manifiesto del naturalismo, y ¡Yo acuso! (1898), un extenso artículo en el que defendió abiertamente la inocencia del capitán Dreyfus, judío acusado de alta traición a la patria. A raíz de este artículo, tuvo que exiliarse a Londres hasta que se demostró el complot en el famoso «asunto Dreyfus». En 1899 volvió a París y el 29 de septiembre de 1902 murió asfixiado por el mal funcionamiento de una chimenea, aunque su fallecimiento queda todavía envuelto en el misterio.


Edita: Editorial Funambulista

Eduardo Ruiz Sosa: Anatomía de la memoria




   Una novela sobre la necesidad de la rebelión y la memoria en un mundo enfermo de violencia, desolación y olvido. 


   En 2012, un jurado formado por Juan Villoro, Ignacio Vidal Folch y Lourdes Iglesias concedió, por unanimidad, a Eduardo Ruiz Sosa la I Beca de Creación Literaria Han Nefkens, lo que le permitió cursar el Máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra y dedicarse durante un año a escribir Anatomía de la memoria. El resultado ha sido una novela extraordinaria que sorprende por la originalidad y complejidad de su estructura (con la forma de un tratado de anatomía va diseccionando los mecanismos, las trampas y la imposibilidad de la memoria); por su estilo envolvente y su prosa hipnótica; por su contenido, que incide en los temas esenciales de nuestro tiempo: la identidad, la memoria, la violencia, la búsqueda de la utopía…

   A principios de la década de los setenta, en el norte de México, un grupo de estudiantes conocido como Los Enfermos inició un movimiento revolucionario que pretendía instaurar un nuevo orden nacional. El entonces joven poeta Juan Pablo Orígenes formaba parte de aquel grupo. Cuarenta años después, el Ministerio de Cultura encarga a Estiarte Salomón escribir la biografía del escritor con el propósito de publicar, a manera de homenaje, sus obras completas. Será en las conversaciones que mantiene con Salomón, cuando Orígenes, enredado en el delirio de su propia memoria, descubra que algo en su pasado quedó incompleto y volverá a recorrer las calles de la ciudad tratando de recuperarlo. Desde la pesadilla de la impostura, la conspiración y las traiciones, Orígenes se reencuentra con aquellos Enfermos de su juventud, pero el país ha cambiado y otros grupos de enfermos aparecen en el trayecto de esa búsqueda: no se trata ya de lo que el poeta y los Enfermos hicieron en aquellos años, sino de lo que harán ahora: el Ensayo de Resurrección, el regreso de la Enfermedad al país. Estructurado a la manera de un tratado anatómico y en estrecha relación con Anatomía de la melancolía, de Robert Burton, Anatomía de la memoria es la historia de la descomposición y recomposición de los recuerdos, de cómo nos aferramos a lo perdido o, en resumen, como dice uno de los epígrafes del libro, citando al poeta Guillermo Sucre, de cómo «la memoria no perfecciona el pasado, sino la soledad del pasado». 


   Dice Eduardo Ruiz Sosa que ha querido escribir un libro “como caja de ideas, como carta que se escribe a los amigos, a los enemigos, a cualquiera. Hoy en día es posible ver que en México millones de libros han salido a las calles: están ahí, marchando y gritando en contra de la corrupción y a favor de un país más justo, en el cual nuestras voces se escuchen y se tomen en cuenta. Mi intención es hacer un libro que sea una forma de ver el mundo, que establezca un diálogo entre los lectores, entre las personas que están ahí afuera, escribiendo ellos mismos el pasado de su porvenir.” 

Eduardo Ruiz Sosa nació en Culiacán, México, en 1983 y desde 2006 reside en Cerdanyola del Vallès (Barcelona). Estudió Ingeniería Industrial y es doctor en Historia de la Ciencia por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente cursa el último año del Doctorado en Filología Española. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sinaloa (2006-2007) y en 2007 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Inés Arredondo con el libro La voluntad de marcharse (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2008). Textos suyos han aparecido en las antologías: A fin de cuentos, La letra en la mirada, Renovigo, Siete caminos de sangre y Emergencias, doce cuentos iberoamericanos (Candaya, 2013). Ha publicado narrativa, crónica y ensayo en diversas revistas impresas y digitales, además de coordinar y escribir en la actualidad para la revista digital www.lajuntadecarter.com. 



Edita: Candaya